OPINIÓN | Dicen que son un par de millones de euros los que separan al Tenerife de la Unión Deportiva en la clasificación de topes salariales, el último invento de los popes del fútbol para justificarse ante la crisis. El objetivo, por lo visto, es contener el gasto y ahuyentar el despilfarro. Entre ambos clubes canarios marca la diferencia el traspaso de Vitolo, futbolista ejemplar que ha dado a los amarillos la opción de fichar más y mejor que el resto. No es una justificación a la considerable distancia entre unos y otros, que además vienen de sitios diferentes. Las Palmas, de las series por el ascenso y de soñar con verse con los más grandes; su rival del miércoles, del infierno de la Segunda B y la historia lacerante del ‘pasillo’ que le llevó a las catacumbas.
Encontrados de nuevo en la misma categoría que albergó la mayoría de los derbis canarios, la UD presume de cantera —es un orgullo patrio el crecimiento de Vitolo, pero no solo el suyo— y el Tenerife también empieza a hacerlo. La progresión meteórica de Ayoze Pérez llegará hasta donde quiera el de María Jiménez, futbolista diferente, de los que gusta ver, de los que compensa siempre el precio de la entrada. Y junto al chicharrero figurarán en la alineación otros más: Cristo, Suso, Ricardo, Bruno… En definitiva, talento canario.
La apuesta por el ADN isleño, la materia prima local, el estilo y el acento de aquí marca el reencuentro de los dos representativos del balompié del Archipiélago por antonomasia. En Tenerife ha costado más, es cierto, pero también el club del Heliodoro se ha sumado al vagón de la coherencia y la sensatez. Si hay excepcionales futbolistas en Geneto igual que en Barranco Seco, ¿por qué buscarlos fuera? Lamento que en ninguno de los dos casos haya sido por plena convicción y sí por la imposición de las estrecheces monetarias, la reducción de la ayuda ‘paulina’ y el ahogamiento al que los excesos de antaño sometieron a las economías blanquiazul y amarilla. Llegados a este punto, brindemos por la cantera. Hagámoslo porque vale la pena, porque ésta es la senda correcta, porque esta apuesta nos gusta y nos reconforta. Por consiguiente, hagámoslo también por el derbi más nuestro, partido con aroma especial pero esta vez —más que nunca— con perfume insular.
Será un lujo ser testigos de un envite así. Estadio casi lleno, mosaicos en las gradas, ambiente de Primera y pique sano. El orgullo ante tamaño espectáculo será mayor porque los comparecientes, en su mayoría, habrán sido antes aficionados del Tenerife o de Las Palmas que protagonistas de sus respectivas alineaciones. Futbolistas crecidos, forjados, pulidos aquí. Felicitémosnos, pues. Disfrutemos. Y que gane el fútbol… canario.
P.D. Cuando escribo estas líneas aún está reciente la publicación de las cifras que paga la Televisión Canaria por los derechos de nuestros equipos. De ser ésos los guarismos que salen de nuestros impuestos —en tiempos de extrema necesidad— porque veamos al Tenerife y a Las Palmas, la inmoralidad es indiscutible. No hay margen para más vergüenza que la que nos producen estos gobernantes. Tan torpes como para abonar cuatro millones y quedarse sin el derbi. Lamentable es su torpeza pero más aún su abyecta escala de prioridades. La audiencia de ‘su’ tele es, para ellos, lo más importante.
[box size=»large»]
por Manoj Daswani
(*) Jefe de Deportes de Radio Club Tenerife y redactor de La Opinión.
@mdaswani
[/box]